Una colección siempre será valiosa mientras su dueño vea en él, un precio sentimental, una memoria, un instante, un interés genuino. Por eso requieren de tiempo y criterios para determinarlas. Una colección de estampillas o de llaves, tan simple y preciada. El precio es el alma del dueño, la dedicación y su tiempo. Una parte de él, si es que se quiere ver así.
¿Has visto colecciones sin precio y sin alma? aquellas puestas tras una repisa, aún en sus cajas, siendo miserables objetos de plástico colorido. Obtenidas para presumir, obtenidas para poder especular con su precio...mercantil. Comprados en masa, vistos tras una pantalla, manteniéndose intactos como ídolos de plástico, uno de los materiales más baratos y abundantes del mundo. Apenas tienen huellas dactilares, porque no son obtenidas para disfrute propio, sino para el después. Son colecciones sin esfuerzo y sin dedicación, formadas por un virus consumista y ludópata. Y qué decir del plástico, que es la mayor amenaza contaminante y al ADN de todos los seres vivos.